David Cameron
David Cameron

No es la primera vez que Gran Bretaña adopta una posición dura mirando a la Unión Europea. Los tiempos para el primer ministro David Cameron lejos están de aquellos en los que la fuerza política de Margaret Thatcher querían imponer reglas a la Unión. Las recientes elecciones han sido abrumadoras: 26 de los 28 Estados miembros de la UE han elegido a Jean-Claude Juncker, ex primer ministro de Luxemburgo, para liderar la Comisión Europea. Los votos en contra fueron de Gran Bretaña y Hungría. Cameron no ha ocultado su oposición y sin aspavientos ha dicho en cuanto medio de prensa ha tenido a la mano que Juncker no es la persona adecuada para presidir la Comisión agregando –ayer– que "... este es un mal día para Europa". Para los ingleses, se afirma un clima de politización en la UE que no promueve el cambio. Esta pugna no le hace nada bien a un bloque de más de 500 millones de habitantes que concentra con sus exportaciones e importaciones el 20% del comercio internacional y que ha debido soportar recientemente una seria crisis económica, de la que lentamente comienza a salir. Mientras Cameron habla de un euroescepticismo, sus socios algo trémulos temen que GB decida abandonar la Unión. Ni lo uno ni lo otro. Europa, incluida GB, sabe que la única manera de crecer es como bloque, así funcionan los negocios en estos tiempos de globalización. Ya mismo han aprobado el establecimiento de una autoridad para reestructurar o cerrar bancos en riesgo. Están buscando que se afecte lo menos posible las finanzas de un miembro de la UE y no sea una amenaza para otros del bloque. Juncker debe ser confirmado por el Parlamento Europeo, pero ello se da por descontado.