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Una aplaudida iniciativa del gobierno de Ollanta Humala ha sido la de Beca 18, que ha permitido a 50,000 alumnos de hogares pobres acceder a la educación superior. En cada uno de ellos, el Estado invierte aproximadamente S/20,000 al año para cubrir sus costos de vivienda, alimentación y estudios superiores en institutos y universidades.

Si de lo que se trata es de dar una oportunidad a los egresados escolares que no la tendrían en condiciones normales -en este caso de acceder a la educación superior-, ¿por qué no pensar en todos aquellos jóvenes que están estudiando en un instituto superior tecnológico, pero necesitan una oportunidad para practicar en una empresa, de modo que complementen los aprendizajes del aula con los de la vida real?

Actualmente, las empresas no tienen incentivos para dar estas facilidades para practicantes, porque tienen que asumir una serie de responsabilidades legales y remunerativas del ámbito laboral, y porque hay dudas sobre el aporte en productividad del practicante.

¿Qué pasaría si a semejanza de Beca 18 se generara una “Beca Aprendiz”, en la que la empresa descontara de impuestos todo el costo del aprendiz por un año? Eso le daría a la empresa la oportunidad de contar con mano de obra gratuita que apoye sus actividades, y a la par una posibilidad de ver en acción a estos practicantes, de modo que en caso de requerir contratar a nuevos trabajadores, ya tenga una evaluación hecha de aquellos a los que conoció como practicantes. Así todos ganan, y se apuntala la política del Estado de incentivar los estudios tecnológicos de nuestros jóvenes.