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Si bien la visita del papa Francisco al Perú superó todas las expectativas, es posible que con el paso de los días olvidemos el mensaje que nos trajo y nos quede solo el grato recuerdo de la visita de un papa sencillo y cercano a la gente. Por eso, quisiera aprovechar estas líneas para hacer una primera aproximación, todavía incompleta por cierto, al mensaje de Francisco al Perú. En primer lugar, a lo largo de los días que estuvo entre nosotros, el Papa fue destacando algunas razones en las que podemos fundar nuestra esperanza como nación: la belleza de nuestra geografía, la abundancia de nuestros recursos naturales, la riqueza de nuestras tradiciones culturales, la fortaleza de nuestra fe católica y la juventud de nuestra población. Al mismo tiempo, sin embargo, nuestro ilustre visitante no dejó de mencionar algunas amenazas contra la esperanza. Entre ellas, hizo referencia a cierto modelo de desarrollo que causa degradación humana, social y ambiental. Se refirió también a la colonización ideológica que destruye las culturas para imponer un pensamiento único que atenta contra la mujer, la familia y la comunidad; y puso énfasis en el virus de la corrupción que lo destruye todo.

En ese contexto, Francisco nos exhortó a unirnos para defender la esperanza a través de una ecología integral, no solo ambiental sino humana y social, así como de una mayor transparencia en el sector público, la empresa privada, la sociedad civil e incluso las organizaciones eclesiásticas. A los jóvenes los exhortó a no desarraigarse de la familia y la propia cultura, y a todos nos alentó a no dejarnos quitar la fe católica y a “no tener miedo de ser los santos del siglo XXI”. Bellas tareas en las que todos estamos llamados a participar.