En el año 2007, un meteorito impactó en el poblado de Carancas (Puno). La laguna formada en el cráter de impacto despidió gases peculiares que produjeron mareos y fuertes malestares entre los pobladores. Afortunadamente, no existieron víctimas que lamentar.

Pero, ¿qué hubiera pasado si el meteorito hubiera impactado directamente en una gran ciudad causando víctimas mortales? ¿La humanidad está preparada para un impacto mayor? ¿Los científicos pueden predecir un evento de esta naturaleza?

Por esa razón es que actualmente existe la International Asteroid Warning Network (IAWN), que hacen convocatorias internacionales coordinadas para realizar “ejercicios” de defensa planetaria en cada acercamiento peligroso de asteroides. El objetivo principal es recolectar la mayor cantidad de información observacional de la órbita de estos objetos.

En el mes de mayo del año pasado, nuestro país, mediante la Unidad de Astronomía del Instituto Geofísico del Perú (IGP), se unió a ese llamado. Esta vez, el objeto peligroso tenía el nombre código de 1999 KW4. Es un cuerpo de 1 kilómetro de diámetro, catalogado como potencialmente peligroso para la Tierra.

En aquella ocasión, usando el telescopio de 0.6 m de diámetro, de marca Nishimura del IGP (localizado en la estación solar de Ica) y en colaboración con el Observatorio-Planetario Moche, se consiguió obtener datos observacionales de la órbita de este peligroso cuerpo del sistema solar.

El objeto pasó a una distancia saludable de la tierra sin mayores consecuencias. Solo por esta vez.

¿Qué ganamos con estos llamados “ejercicios” de defensa planetaria? Ganamos información vital.

La información recopilada aquellas noches por todos los observatorios terrestres es procesada para obtener una resultante: una mejor predicción de la trayectoria del objeto y así anticiparnos a un futuro impacto con la Tierra.

Pensar que esta labor de vigilancia es de un solo observatorio es un error garrafal. Cuanto mayor sea el volumen de datos, mejor será nuestra predicción. El destino de la humanidad (y de algunos poblados) está en juego.

Así, el Perú, poseedor de un legado astronómico ancestral (como el observatorio solar de Chankillo, en Áncash), contribuye con información científica de beneficio a la sociedad. Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.