Una madre fue asesinada frente a sus hijos en el Callao y se configura el feminicidio número 30 en nuestro país en los primeros dos meses del año. Una niña de un año y medio, desaparecida más de una semana, es encontrada muerta en una acequia de Ica. La violencia contra la mujer y la inseguridad en las calles siguen haciendo estragos en nuestro país. El problema es que hay la sensación de que el Estado mantiene una actitud pasiva ante este panorama.

A propósito del último feminicidio en nuestro país la excongresista Rosario Sasieta inició una campaña para captar fondos a favor de los hijos de la víctima. “Pedimos colaboren con los mellizos que estará a cuidado de su abuela materna. Del Estado olvídense. Solo somos nosotros”. Es evidente que respuestas como esta ceden ante la emoción, pero son necesarias para que generen repercusión e impacto ante autoridades que parecen tener la habilidad de no enterarse de nada.

“El ministro no necesita ministros comentadores de noticias, necesita protagonistas para enfrentar estas. La señora Gloria Montenegro, desde que es ministra de la Mujer, ha narrado todos los feminicidios y no ha tomado absolutamente nada de previsiones”, dijo hace poco el exministro de Defensa y General (r) del Ejército Peruano, Roberto Chiabra. Un claro concepto para explicar la inoperancia del Gobierno en estos casos.

Decir que se lucha contra la corrupción, la violencia de género y la inseguridad ciudadana suena bien para un eslogan, pero si es imposible de hacerlo realidad se confirmará el argumento que sostiene que el Gobierno es ineficaz.

El presidente Martín Vizcarra y sus ministros han generado un nivel de expectativas que se degradan con la realidad. A estas alturas, incluso decir que el Gobierno se está esforzando por solucionar este grave problema social sería ensalzarlo.

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