Dentro del Titanic

Un tsunami de inmoralidad en el peor momento de la pandemia con más de 800 muertos diarios por falta de hospitales, de oxígeno, de camas UCI. La traición tiene doble cara, una la inacción de Martín Vizcarra y su gabinete de ineptos que no quisieron comprar lo indispensable para prevenir el desastre anunciado. Dos, la traición del mismo Vizcarra y su cogollo de vacunados para salvarse del desastre que ellos originaron. A ello se agrega que inmovilizaron la compra de vacunas para favorecer a las chinas. No sabemos si hubo pago por esta inacción pero su costo es de miles de peruanos muertos. Un crimen de lesa humanidad cometido por Vizcarra que también alcanzaría a Sagasti por su terquedad en impedir que los privados puedan comprar las vacunas y aplicarlas.

No sabemos quiénes son todos los vacunados, tenemos una lista de 487, falseada e incompleta, que mezcla justos y pecadores para que los segundos defiendan a los primeros. En ella hay funcionarios del MINSA que estaban expuestos diariamente al virus y recibieron el producto experimental como mínima protección y también están estudiantes que participaron legalmente. Esa lista es una coartada para incautos que mezcla, distorsiona, distrae, confunde e indigna mientras se soslaya lo principal. Vizcarra se vacunó y vacunó a los suyos que esperaron protegidos los resultados de su omisión que como vemos es un patente genocidio.

Como ha dicho Hernando de Soto, estamos en el Titanic. En un barco que se hunde mientras el capitán se salva junto a los poderosos y deja que los demás se ahoguen. La gente clama por las vacunas pero el gobierno anterior, que protegió el mercado para los chinos, se prolonga en este que impide a los privados comprarlas y aplicarlas con mayor alcance y rapidez. Toda la influencia y el dinero de Martín Vizcarra no le servirá para salvarse pero Sagasti todavía podría decidir bien.