Depende de quién paga

Qué cultura la nuestra, apenas se ha anunciado que el sueldo de los suboficiales de la Policía será de 3 mil soles desde diciembre próximo, los primeros en brincar han sido los envidiosos. No logran comprender que levantar los estándares remunerativos de cualquier actividad profesional termina beneficiando a todas las restantes, tarde o temprano, incluyendo a los envidiosos. Disfrazada con la excusa de que no se lo merecen, la reacción se pinta desde el perro del hortelano hasta el popular palo encebado de las tradicionales fiestas de carnaval. Cuándo llegará el día en que aprenderemos a celebrar, con sinceridad, la mejoría del prójimo, aunque todavía se postergue la nuestra -suponiendo que ese sea el caso y la causa de nuestra envidia. Por qué no buscarle la cara buena a la decisión en circunstancias en que la seguridad pública es prioritaria entre los objetivos nacionales. Si estos nuevos sueldos responden o no a la eficiencia que se espera de estos funcionarios públicos es una tarea necesaria pero que corresponde ejecutarse después, deshaciéndose de tanto delincuente metido en la Policía. La violencia en nuestras calles no es broma y todo lo que se pueda invertir en ella, no se desperdicia. Así como están las cosas, caminar sin peligro en las calles cuesta, el pago de recompensas por ayudar a la captura de delincuentes, las escuchas telefónicas y los códigos (como le llaman los jueces) están probando ser muy eficientes en reducir el crimen. La renovación del gobierno es un momento adecuado para cambiar también de políticas de seguridad con la confianza renovada de la opinión pública. En la profesión policial, como en cualquier otra, lo que no le paga el tesoro público, se lo pagarán ellos mismos con la coima o en sociedad con la delincuencia. Así pasaba con nuestros jueces y fiscales. Siempre habrá corruptos que quieren más, es cierto, pero no me digan que hoy no hay menos.