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En la semana que pasó, la banda terrorista Sendero Luminoso, a través de sus grupos de fachada, se ha dedicado a burlarse y sacarle la lengua a los peruanos y a un Estado enredado en sus propias normas, que le impiden actuar contra esta gente, que está muy segura de que poco o nada le va a suceder pese a la indignación que pueda generar su irrupción pública, mientras sus presos van saliendo por cumplimiento de sus condenas y en algunos casos por la lentitud del sistema judicial.

Primero los vimos el Día del Trabajo en las calles del Centro de Lima. A diferencia del año pasado, esta vez no sacaron pancartas con la cara de Abimael Guzmán, pero ahí estaba su abogado Alfredo Crespo junto con gente perteneciente a las agrupaciones de fachada de la banda terrorista -tal como informamos al día siguiente en Correo-, que busca “la amnistía general”, la cual incluiría, por supuesto, la liberación de su cabecilla.

El sábado último, en el puente Huachipa, al amanecer fueron colocadas banderolas con vivas al “marxismo-leninismo-maoísmo”. Hasta ahí aquellos que pasan por agua tibia al terrorismo podrían decir que se trata de una “postura ideológica inocente”. El problema es que abajo venía la firma del Movadef, que es uno de los brazos “políticos” asolapados de la banda armada que carga en sus espaldas 30 mil muertos. ¿O alguien tiene alguna duda al respecto?

Y mientras Guzmán y su gente nos sacan la lengua en las calles, las rejas de estos criminales se van abriendo en cumplimiento de sentencias benignas que nunca debieron bajar de la cadena perpetua, y por la lentitud de un sistema que, como en el caso de Osmán Morote y otros, no ha sido capaz de sacar adelante un proceso como el del atentado en la calle Tarata, de hace 25 años, para seguir teniendo guardada a gente incorregible y realmente peligrosa.

De nada vale citar en el Congreso al ministro del Interior para que informe sobre la marcha proterrorista en el Día del Trabajo si los legisladores solo se indignan en Twitter, en lugar de dedicarse a hacer normas que permitan acabar con la presencia en las calles de estos sujetos, que vimos dándose de abrazos una vez que supieron que Morote se iba al cómodo arresto domiciliario, por decisión de un sistema judicial que tiene que cambiar.

PD. Por vacaciones, esta columna no aparecerá hasta el martes 22 de mayo.