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Los esquemas bajo los cuales fuimos educados se convierten en surcos mentales y emocionales que conocemos… y muchas veces, simplemente por conocerlos, nos sentimos cómodos, aunque ya no sean funcionales. Esto vale para todas las esferas de nuestras vidas: más allá de nuestras buenas intenciones, replicamos patrones que ya no funcionan, una y otra vez, en gran medida porque nos resultan familiares. Necesitamos repasar los esquemas mentales y patrones que dirigen nuestro comportamiento para evaluar si debemos o no continuar replicándolos: qué dejar, qué transformar y qué mantener. Una persona muy querida me explicó hace tiempo que nuestras experiencias pasadas no tienen por qué definirnos: son como una gran biblioteca donde podemos elegir qué libros seguir en nuestras vidas, así como en nuestra práctica docente.

Hace falta, pues, desarrollar una práctica docente reflexiva que nos permita conocernos plenamente. Una estrategia que está teniendo mucho éxito en países como Canadá es la autobiografía aplicada a la educación (Strong-Wilson, 2006). Se trata de generar espacios para que los docentes puedan reflexionar sobre sus experiencias formativas y su práctica. Trabajar la autobiografía a partir de los lenguajes del arte es sumamente provechoso, ya que la expresión artística nos permite acceder al inconsciente con mayor facilidad (Knowles y Ardra, 2008).

Algunas formas son: hacer talleres de collage, poesía y escritura creativa facilitados por un moderador. La docencia ha sido durante décadas una profesión solitaria. Sin embargo, las circunstancias actuales exigen que los maestros trabajen de manera interdisciplinaria, colaboren y se acompañen en este camino. A partir de estos espacios de reflexión es posible construir una comunidad docente mucho más cohesionada y proactiva. Si los enmarcamos dentro de una estrategia integral de acompañamiento docente, reconocer nuestra propia historia puede ser el paso más importante para guiar a nuestros estudiantes en el descubrimiento de su propia individualidad y libertad; mientras que, a la misma vez, continuamos descubriendo nuestras propias limitaciones y potencialidades. 

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