Según la última encuesta de GFK, la aprobación del presidente Kuczynski cae a 29% mientras que la brecha entre quienes aprueban al Gobierno en A/B (44%) y quienes lo desaprueban en D/E (60%) se agranda. Ello debería ser suficiente para que el Gobierno ajuste sus políticas redistributivas y los programas sociales. Es importante atender el descontento en el sector D/E. Ello en la medida en que son estos sectores los que más dependen del Estado para satisfacer sus necesidades básicas. Y son también quienes, al no tener derechos de propiedad claramente establecidos tienen más posibilidades de ser seducidos por líderes antisistema. Si ellos sienten que el modelo económico no ha logrado sacarlos de la pobreza, ni les ha traído suficientes beneficios, si sienten que beneficia a las grandes empresas a costa del ciudadano, ¿por qué defenderlo?

Existen serias brechas de desigualdad en el acceso a servicios, a infraestructura, a derechos de propiedad, a la justicia, crédito y a todas las instituciones políticas y económicas entre Lima y el resto del país; como existen entre las capitales de las regiones y el interior, y entre las poblaciones urbanas y las rurales. Estas instituciones que en el Perú son de por sí cerradas y excluyentes, lo son más aún dependiendo de las características socioeconómicas de los ciudadanos o del lugar de residencia.

El crecimiento económico es responsable de la reducción de pobreza y de una menor desigualdad. De acuerdo a las nuevas proyecciones económicas, el Perú crecería en el mejor de los casos a 3.3%. Si el impacto de la crisis política producida por el caso “Lava Jato” impide la reactivación económica, el crecimiento podría llegar a 2.5%. Insuficiente para continuar con la reducción de pobreza, el cierre de la brecha de infraestructura ni para ampliar y mantener programas sociales redistributivos. Recordemos que quienes han logrado escapar de la pobreza en años recientes no han logrado incrementar sus activos mediante mayores niveles de ahorro, o capital humano. Por ello son considerados como una clase media vulnerable, que ante cualquier eventualidad podrían volver a caer en pobreza.

Para atacar la desigualdad, el Gobierno debe diseñar políticas dirigidas a grupos específicos considerando sus condiciones particulares y ello requiere entenderlos. Como sostiene Richard Webb, “la desigualdad es en realidad una pluralidad de desigualdades distintas, cada una referida a un subgrupo de la población que necesita soluciones específicas”. Las encuestas deben ser utilizadas para medir el nivel de satisfacción de los ciudadanos, corregir y mejorar.

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