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Ahora estamos viendo por qué es vital tener, mantener y defender un periodismo libre e independiente, aunque sea una parte de él, porque siempre habrá quienes serán libres de someterse a intereses de partido, militancia o cualquier otro oscuro interés. Por eso eran los intentos y el apuro para controlar a los medios, chantajearlos con la publicidad estatal o crear condiciones de división y distracción. Cuando se dieron cuenta de que estaban siendo investigados con las escuchas telefónicas, los jueces y fiscales y sus socios empresarios y operadores comenzaron a mover piezas para neutralizarlos. Cuando los investigadores, que actuaban legalmente, vieron peligrar el caso, dada la superioridad jerárquica de los delincuentes, decidieron filtrar las pruebas de la corrupción al periodismo que les inspiraba credibilidad y confianza. Esto es algo que suele ocurrir tanto en casos grandes como en pequeños de lucha contra el delito. Siempre habrá un juez, fiscal, secretario o policía honesto, indignado con la podredumbre en la institución en la que trabaja, pero que nada o poco puede hacer para nadar contra la corriente. Y recurre a la prensa. Destapa la olla y revienta un escándalo para que la opinión pública termine el trabajo. Por eso es que también en el periodismo debemos cuidarnos de mantener alejados a los operadores que te adulan y agasajan porque tienes algo que ellos necesitan en su engranaje de poder corrupto. Así trabajaba la “prensa chicha” cuando se descubrieron los videos de Montesinos. La diferencia solo está, sustancialmente, en que las grabaciones en la salita del SIN las realizaba el mismo delincuente con fines de extorsión y mitomanía, y las de ahora las ordenaron y ejecutaron fiscales, jueces y policías honestos. En un trabajo de desinfección, no siempre te tienes que ensuciar.