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El de hoy es el partido de fútbol más importante de los últimos 44 años. Es la posibilidad de ser campeones, de ser los mejores del continente. La selección llegó hasta la final de Río sobreponiéndose a una goleada que parecía devolvernos a casa, sufriendo bajas importantes, ganando a Uruguay en los penales y humillando a Chile en un partido que no olvidaremos. En los últimos días no hemos hablado de otra cosa que de otro “Maracanazo” y hoy no parece haber nada más importante que hacer que estar pegados al televisor.

Muchos hemos esperado demasiado tiempo para esto y otros felizmente no tanto: mi hijo mayor, por ejemplo, a sus 9 años ya vio a Perú en un Mundial y ojalá más tarde sepa lo que es ser campeón de América. Y como él, miles. Pero lo más importante es que puede ver gracias a este equipo que la dificultad está en todo lo que vale la pena, que no es el fin perder por cinco goles si después te levantas y atajas de todo. De esas pocas oportunidades en las que de pronto parecemos un solo país, una sola idea, un solo objetivo colectivo.

Pero también provoca preguntar qué hacer para que ello no dure solo 90 minutos. Cómo hacer para que el gran triunfo, que es haber llegado a la final, nos deje algo más que la alegría y la Copa América no sea el entretiempo de los pleitos que nos dividen. Porque en eso estamos cuando desde mi posición en el Congreso retraso investigaciones en casos de corrupción, o permitimos que la “justicia” actúe según considere a sus favoritos y a sus enemigos. Nos dividimos cuando cerramos la carretera para imponer nuestros puntos de vista, o cuando perdemos el tiempo discutiendo por qué unos peruanos no pueden manifestarse en la misma plaza en la que otros con el mismo derecho lo hicieron antes. Pero también cuando nos conformamos con un magro crecimiento que significa que menos peruanos resuelvan sus problemas más urgentes, cuando dejamos pasar las oportunidades para mejorar sus vidas. Cuando nos conformamos con mantener las distancias, cuando olvidamos de que somos parte de algo y de que el carro lo debemos empujar en el mismo sentido. Como el equipo.