GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Así como muchos de ustedes, cada vez que escuchaba hablar del fenómeno Juego de tronos, la serie de fantasía medieval creada por David Benioff y D. B. Weiss, producida por HBO, basada en las novelas Canción de hielo y fuego del escritor George R. R. Martin, imaginaba poco probable que se convirtiera en una adicción, de esas que te lleva a esperar con ansiedad extrema cada entrega. Pero confieso que me equivoqué, así como millones de televidentes en el mundo entero que tampoco lo imaginaron, pero esta noche celebrarán su fanatismo pegados al televisor viendo el capítulo final de la sexta temporada de la serie. ¿Y qué hace que Juego de tronos se haya convertido en un fenómeno de la televisión mundial? Un fenómeno que significa más de 100 millones de dólares de inversión en la producción de la más reciente temporada, un récord nunca antes visto para una serie de la pantalla chica. Se necesitarían páginas y páginas para analizar en detalle personajes, situaciones, misterios que nos presenta la serie, pero en esencia hay un elemento que hermana todas

las historias, que une a todos los buenos o malos de la trama: la lucha por el poder, en este caso por el Trono de Hierro que le permita a quien se siente en tan ansiada silla controlar otros reinos del Poniente. Y allí está lo apasionante de las novelas de George R.R. Martin que pone como un gran tablero de ajedrez a una serie de personajes dispuestos a todo con tal de lograr el poder absoluto, unos para bien otros para mal, a estos últimos no les importará dejar muertos y heridos en el camino: vale todo en esa lucha por ser el más poderoso. Pero en Juego de tronos también hay lugar para la lealtad, los principios, la bondad, esos son pocos, pero existen. Juntos nobles y plebeyos, buenos y malos, pobres y ricos, devotos e incrédulos, dragones y caminantes blancos, Stark y Lannister, Targaryen y Baratheon, están todos en el medioevo y hay quienes ven a todos ellos, con otros apellidos, distintos rostros, pero con las mismas mañas en el siglo XXI . Quizá por eso vemos con apasionamiento una serie que es el fiel reflejo del mundo en el que vivimos, aquel en el que el poder absoluto cautiva, envanece, ciega y te lleva a cometer los peores estropicios. Un juego que deshumaniza sin darnos cuenta. Y es así que una serie nos lo recuerda con crudeza para no olvidarnos cómo somos. Y es así que queremos seguir viéndola para saber cuál será nuestro final.