GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Era un sábado de febrero y Nicoll, con 18 años y toda una vida por delante, se registraba en un hotel con su enamorado. Lo que Nicoll no sabía es que su pareja no estaba ahí para pasar un buen rato; estaba ahí para castigarla.

Según la nauseabunda confesión de Juan Carlos Álvarez, Nicoll le había sido infiel. Por ello, ese día metió en su mochila el cuchillo de cocina con el que, horas más tarde, la degollaría en aquel cuarto de hotel.

Ayer se celebró el Día Internacional de la Mujer y muchas fuimos felicitadas. Sin embargo, historias como la de Nicoll nos recuerdan a gritos que este no es un día de celebración, sino de lucha.

Y es que, a lo largo de la historia, a las mujeres los derechos nos han llegado tarde. En el Perú, el voto femenino se instauró recién hace poco más de 60 años y hasta 1991 la violación dentro del matrimonio no era considerada un delito.

Hoy, la barbaridad de la desigualdad legal ha sido superada. Pero si bien somos iguales ante la ley, difícilmente podemos hablar de igualdad en sociedad. Según cifras del INEI, en el 2017, 65.4% de las mujeres entre 15 y 49 años de edad declararon haber sido víctimas de violencia por parte de sus parejas. Y, según una encuesta de Datum Internacional, el 41% de mujeres peruanas ha sido blanco de acoso.

Irónicamente, el ámbito en el que quizás más evidente se hace esta desigualdad es en el sistema de justicia: policías que rechazan tomar denuncias de mujeres golpeadas porque “fue ella quien lo provocó”, médicos legistas que minimizan agresiones y jueces cuyos perjuicios machistas se reflejan en fallos que desamparan a las víctimas. Según el INEI, casi un 10% de mujeres agredidas no pidió ayuda por miedo a que su pareja tomara represalias; y, en el 2016, el 34% de mujeres víctimas de feminicidio o tentativa denunciaron agresiones previas sin éxito. ¿Qué se hace cuando quien debe protegerte es parte del problema?

Nicoll Flores, Eyvi Ágreda, Jimenita, Marisol Estela, Clorinda Laura, Ingrid Arizaga. Es por mujeres y niñas como ellas que la lucha sigue en pie. Ellas -y tantas, tantas más- son el verdadero rostro del 8

de marzo.

TAGS RELACIONADOS