GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Comenzamos la Segunda Semana de Cuaresma y conviene que vayamos preparándonos para experimentar, en la Semana Santa, la victoria de Jesucristo sobre el pecado y la muerte. El primer medio para prepararnos es la oración, porque como dice el papa Francisco: “Nos hace falta clamar cada día a Dios, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial” (EG, 264). La oración es un diálogo de amor con Cristo, que hace posible que la persona llegue a ser poseída por Dios hasta el punto de experimentar la propia vida divina en lo profundo de su ser. La oración es el fundamento de la vida cristiana, “el secreto de un cristianismo realmente vital, que no tiene motivos para temer el futuro” (Juan Pablo II, NMI 32).

Lamentablemente, en no pocas ocasiones el mundo nos obliga a ir cada vez más de prisa, nos hace olvidar la importancia de la oración y nos hace caer en la trampa del materialismo, que nos deshumaniza y esclaviza. De ahí la necesidad de combatir las tentaciones del demonio, que nos quiere hacer creer que somos autosuficientes. Aprovechemos que en la Cuaresma Dios nos da gracias especiales y retomemos o dediquemos algo más de tiempo a la oración. Así podremos experimentar qué dulce es estar frente a un crucifijo o de rodillas ante el sagrario o en diálogo con Dios a través de la lectura orante de la Biblia. Como dice el papa Francisco: “Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez” (EG, 264).