GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Cada gobierno y gabinete que se estrena siempre busca entablar puentes para un diálogo con el resto de actores políticos, para tener respaldo y herramientas en la gobernabilidad del país.

En ciertas ocasiones, los acercamientos consiguieron sus objetivos, pero la mayoría fueron saludos a la bandera, donde los protagonistas buscaron más las cámaras para salir en la foto del recuerdo que respetar los compromisos asumidos en estas citas infértiles.

Cabe preguntarse si los participantes a dichas reuniones acuden con la voluntad de escuchar posiciones divergentes y, a partir de ello, mostrar un cambio de conducta constructiva.

El papa Juan Pablo II comentó que “el diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad”.

Y eso debe buscar la clase política nacional, que hoy se encuentra enfrascada en conflictos por intereses partidarios en vez de preocuparse por la población que los eligió como gobernantes.

La luna de miel existente entre el Gobierno y la mayoría de partidos es propicia para el diálogo anunciado por el jefe de Estado, Martín Vizcarra, empero el compromiso que se asuma, después de estas reuniones, debería cumplirse de manera responsable, dejando de lado la hipocresía que siempre reinó en estos cónclaves.

Estamos en mayo y, curiosamente, el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, sin presagiar su abrupto final al frente del primer cargo de la República, el 6 de enero declaró el 2018 como “Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional”.

Se viene el diálogo, pero es hora de que los llamados al mismo se quiten las camisetas personales y partidarias para ponerse la del Perú. Estamos a 3 años del bicentenario de nuestra Independencia, año al que debemos llegar con cambios y menos hipocresías.