GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Lo ocurrido hace pocos días en Arequipa, donde una señora protagonizó un repugnante espectáculo de racismo, prepotencia, arbitrariedad y violencia contra una humilde vigía de obra, ha demostrado que las tormentas de antagonismo y odio asolan en todo el país. “Chola de m…”, “Salvaje”, “Tú por parir tres porquerías te crees madre” y otras agresiones verbales y físicas fueron las formas de demostrar su superioridad. La ingeniera estaba empeñada en imponer a puro golpe su “orden”, la satisfacción de sus exigencias y su ley del sentido de lo propio, sin importarle el de los demás.

Estas reacciones condenables y punitivas, lamentablemente, son frecuentes contra personas de nuestros andes. No es raro que ciudadanos del centro del país sufran insultos y agresiones. Debemos recordar que en el 2015 se dictó en Huancayo la primera sentencia por discriminación.

Cuando un individuo hace gala de su soberbia porque construye “en base a las diferencias criterios de inferioridad y superioridad, está discriminando”, y eso evidentemente es una ruta corta para llegar a cualquier extremo contra las normas de convivencia y la ley.

“Los golpes sanarán, pero esos insultos quedarán para siempre”, dijo Elena Viza, la obrera agredida en Arequipa, quien ha recibido el respaldo unánime de todo el Perú, donde el 60% de habitantes se considera mestizo y uno de cada tres peruanos ha sufrido discriminación en los últimos doce meses. Sin embargo, lo mejor que podemos hacer por ella es luchar para que este delito no quede impune. Esperamos que una sanción ejemplar disuada e inhiba a personas desequilibradas y violentas que creen tener el mundo aparte que les concede su “poder”.