La noticia de que Donald Trump y su esposa Melania han sido contagiados de Covid-19 es muy mala para las aspiraciones reeleccionistas del presidente estadounidense.

Desde que brotó el coronavirus y se hizo pandemia en los primeros meses de 2020, la actitud del mandatario ha sido ningunearla recurrentemente sin ocultar su reticencia al uso de la mascarilla, recomendado de mil maneras por la Organización Mundial de la Salud, y a la que precisamente el propio Trump, le puso la puntería desde que EE.UU., comenzó a liderar como hasta ahora, las nefastas estadísticas en el mundo, con 7,3 millones de contagiados y 208 mil muertos.

A solo 31 días de las elecciones, el bombazo del positivo clínico es un certero mazazo, primero para la salud del presidente -se encuentra dentro del grupo de riesgo por la edad (74 años)-, y segundo, para su campaña, cuya agenda ha debido recortarla por la cuarentena que ha iniciado, seguramente a regañadientes.

A pesar de que al magnate presidente le han administrado anticuerpos para promover su mejoría, su solo internamiento por recomendación médica en el hospital militar Walter Reed, preocupa, gobernando la incertidumbre en la opinión pública, sobre todo luego de que su galeno de cabecera dijera que Trump se encontraba “fatigado pero de buen ánimo”, abriendo la cancha para la especulación, ahora convertida en el perfecto escenario para sus detractores políticos que buscarán liquidarlo.

De allí que, hallándose por debajo en las encuestas de intención de voto y habiendo perdido el primer debate en Cleveland, lo esperado por el presidente y su equipo de campaña, era apretar el acelerador para recuperarse y encimar a su rival demócrata, Joe Biden, seguramente más suelto que nunca, aunque estratégicamente arropado de una protocolar actitud solidaria, hecha pública en la frase “rezo por el presidente Trump para que tenga una rápida recuperación”.

Una eventual astucia demócrata podría condicionar al presidente para el segundo debate en Miami a que lo haga usando la mascarilla. Sin moral política para hablar de la pandemia -por el que Biden insistirá de comienzo a fin-, si acepta habrá perdido y se resiste, también.