Asociar nuestra realidad con la atmosfera es siempre necesario. Así lo dice la historia y nuestra vida cotidiana. En la pandemia que estamos atravesando existen definitivamente correlaciones con la atmosfera a gran escala, por las condiciones estacionales y las microescalas, pues el virus se desenvuelve en el aire, lo cual es importante para tener en cuenta en el distanciamiento social que debemos tomar, de acuerdo al clima en que estamos.

Los meteorólogos tratamos de ayudar en la parte de la física que nos corresponde y aterrizar en productos sencillos para el tomador de decisiones en cualquier escala de la atmosfera. Si se salvan vidas, nuestro trabajo valió la pena. Ya nos encontramos en el mes de agosto y las condiciones para que un Niño de la categoría del 82-83 o 97-98 aparezca no va, y eso es buena noticia. Pero debemos seguir monitoreando porque conforme nos acerquemos a la estación de lluvias, deberíamos estar preparados para recibirlas y mitigarlas con el nombre que le pongan.

Lo bueno, es que los “niñeros” no están apareciendo a sembrar dudas porque existen noticias más difíciles que no les permiten traficar con la preocupación de la sociedad. Entonces se ocultan y esperan oportunidades. De eso debemos estar muy atentos.

Venimos de una estación de lluvias con déficit y ahora podríamos hablar de una estación normal a ligeramente inferior. Pero arrastramos problemas de falta de lluvias en el norte y excesos en el sur, como la sierra de Arequipa y Cusco. La sierra central tendría sus precipitaciones normales y con ellas los famosos huaicos en las cuencas altas de los valles costeros en el verano.

Por favor, que los “niñeros” no metan incertidumbre y no copien información internacional inconclusa. Estamos muy sensibles con la pandemia y si exageramos, imagínense los daños.