Actualmente, 8 millones de escolares deberían estar involucrados en las clases a distancia: 2 millones de los colegios privados (la mayoría mediante sistemas de comunicación y colaboración con herramientas virtuales) y 6 millones de los colegios públicos mediante la estrategia “Aprendo en Casa” por radio, TV y web. Del total, solo 94 198 alumnos con discapacidad son atendidos en instituciones de enseñanza de formación básica regular, alternativa y especial, de los cuales 61 705 están matriculados en inicial, primaria y secundaria (de un total de 452 405 personas con discapacidad en edad escolar -Censo 2017).

La educación inclusiva (según el experto canadiense Gordon Porter) significa que todos los estudiantes, con o sin discapacidad, asisten a la escuela de su barrio. Aprenden, contribuyen y participan en todos los aspectos de la vida de la escuela en un entorno de aprendizaje común con sus compañeros. Para el efecto se requieren recursos pertinentes y adaptaciones curriculares a fin de atender a los alumnos con discapacidad motora, intelectual-cognitiva, sensorial, entre otras. Además de lo señalado, en los centros de Básica Especial CEBE, se necesitan docentes especializados, terapistas, psicólogos que atienden a sus propios alumnos, y deben brindar apoyo y asesoría permanente a los maestros de las aulas regulares.

Si para las clases presenciales de los CEBES y “colegios inclusivos” no siempre se dan las condiciones de educabilidad pertinentes, la pregunta es: ¿Cómo se estará desarrollando la “atención pedagógica diversa e inclusiva” mediante las clases a distancia para los alumnos de los CEBES, los incluidos de Aprendo en Casa, así como para los alumnos en las clases virtuales de los colegios privados?

Recomiendo que se de alta prioridad a la comunicación y colaboración permanente de los maestros y especialistas con los padres de familia, en una alianza estratégica para favorecer los aprendizajes de los estudiantes con discapacidad.

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