Bien lograda la expresión de Koldo Saratxaga, “estamos haciendo jóvenes mercenarios porque los educamos en que todo es a cambio de algo” al referirse al lugar central que tiene en la educación el miedo y la falta de libertad, y al modelo de relaciones humanas basadas en la competencia y el poder (eldiarionorte Euskadi 17/07/2014 - Eduardo Azumendi).
La escuela está estructurada para hacer notar jerarquías, no solo por la verticalidad de las autoridades sobre los alumnos, sino por la gestada entre pares, al hacerlos competir por notas o méritos para diferenciar a los buenos de los malos. Se pretende que sean innovadores, emprendedores, pero se les está convirtiendo en mercenarios porque se les educa a que todo lo que hacen es a cambio de algo. No disfrutan de lo que hacen, porque no sienten el orgullo de lograr algo que los apasiona.
Se les educa a competir y no a compartir, a lo previsible, a contenerse de opinar más que a expresarse libremente sin miedo a la desaprobación o vergüenza, por lo que no se desarrolla la imaginación y la intuición. No se acepta que todas las personas son diferentes (únicas), por lo que no se pueden conectar emocionalmente con la individualidad de cada uno.
Se hace mucho daño a la convivencia escolar sana (y a la lucha contra el bullying) al incentivar a la competencia y el uso de las notas para jerarquizar, en vez de enfatizar la colaboración.