GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Por supuesto que no ha caído nada bien a la Casa Blanca la revelación de correos electrónicos sobre las declaraciones del embajador británico en Washington refiriendo comentarios poco amigables sobre el gobierno de Donald Trump e incluso llegando a tildarlo de “inepto y disfuncional”, algo diplomáticamente inaceptable. Las declaraciones de Kim Darroch han generado la reacción del propio Donald Trump, quien prácticamente lo desdeña calificándolo de “estúpido”. Washington lo delimita a un impasse únicamente con el propio diplomático inglés, y realmente hace bien. La vinculación entre ambos Estados es histórica y, por esa razón, pétrea. La vida de los estadounidenses en los 243 años que acaban de cumplir como Estado independiente cuenta con la presencia de la isla continente transversalizada, cuyos habitantes cruzaron el Atlántico para formar en su proceso de asentamiento en las nuevas tierras conquistadas las denominadas Trece Colonias, que fueron la base para que el 4 de julio de 1776 los habitantes de Norteamérica decidieran romper el cordón umbilical político que los ligaba con la Madre Patria y optaran por una vida soberana bajo los principios de libertad e igualdad. Si uno repasa la historia de ambos pueblos, confirmará que han ido de la mano en los grandes episodios de la sociedad internacional. Fueron aliados durante las dos guerras mundiales (1914-1919 y 1939-1945), forman parte del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y hasta Londres, sin pensarlo dos veces, fue su aliado incondicional en la respuesta militar de Washington al terrorismo internacional de Al Qaeda luego del atentado del 11 de setiembre del 2001. Los ingleses no se van a distanciar de los estadounidenses más allá del sinsabor de ayer, superable. Ahora que se encuentran en pleno proceso de salida (Brexit) de la Unión Europea es cuando más necesitan de EE.UU. Por su lado, el gobierno de Trump sabe que el Reino Unido es un aliado que no puede perder, sobre todo en estos tiempos en que rusos, chinos e iraníes -y hasta norcoreanos- podrían formar un eje de empoderamiento internacional, que no sería solamente de carácter económico. Aunque a Trump no le guste, los bloques siguen siendo estratégicamente claves en las relaciones internacionales. Ambos países se deben mutuamente.