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La política en los EE.UU., el país más poderoso del mundo, interesa a todos y por eso las elecciones de mañana martes concitan la atención planetaria. En efecto, lo que veremos en solo 24 horas serán las denominadas elecciones a medio término, es decir, un proceso electoral que se realiza exactamente a la mitad del mandato presidencial, que es de cuatro años. Estamos llegando, entonces, a la conclusión del segundo año del gobierno de Donald Trump. Pero no se trata de elecciones sobre renovación de las autoridades del gobierno o Poder Ejecutivo, sino de elecciones en el Congreso o Capitolio (Parlamento) que, de acuerdo con la Constitución de este país que data de 1787, está compuesto por el Senado (Cámara Alta) que renovará únicamente un tercio de su miembros (33 de 100 escaños) y la Cámara de Representantes (Cámara Baja), en la cual será elegida la totalidad de sus integrantes, que son 435.

Hasta el día de hoy, los republicanos -el partido de Trump- controla las dos cámaras y mañana podrían mantener solamente el Senado, esto es si acaso en la Cámara de Representantes los demócratas, que es la oposición, consiguen la mayoría. Solo una catástrofe política, a mi juicio, podría originar que ambas cámaras pasen al control de los demócratas. Trump ha tenido una efusiva exposición política en las últimas semanas (duros anuncios contra los migrantes y la inminencia de la fecha de la restitución de las sanciones a Irán), con evidente intención de lograr seguir controlando el Congreso. En el fondo, lo que más le preocupa es que perdiéndolo, las posibilidades para que prospere en su contra un juicio político o impeachment serían muy altas y terminaría destituyéndolo de la Presidencia. Mientras la Cámara de Representantes cuente con mayoría republicana nada de eso pasará. Son muchos los enemigos que ha acumulado el presidente neoyorquino en lo que va de su mandato, incluso habiendo perdido a gente leal en el camino prácticamente por su temperamental estilo de gobernar. Nada está dicho como para augurarle lo peor, pues la economía estadounidense ha mostrado importantes resultados desde que asumió el poder en enero de 2017.