Cuando llegó a Jauja, no tenía más que buen humor, juventud y muchas ganas de servir. Era francés, de la congregación religiosa de la Inmaculada Concepción. Vino como párroco y se quedó allí, casi cincuenta años. Toda su vida la dedicó al Perú, a Jauja y los jaujinos. Su labor fue inmensa, gigantesca, incalculable. Y, hasta el día de hoy, inigualable. Evangelizó a las comunidades, edificó iglesias, le arrancó a la burocracia y a los poderes públicos la construcción de esas carreteras que hasta ahora unen a la provincia. Fundó un comité con las autoridades de la ciudad y tramitó personalmente el permiso para los vuelos desde la capital. Trabajó sin descanso y así Jauja tuvo, finalmente, agua potable, luz eléctrica, escuelas, avenidas. Civilización.
Sin embargo, lo más importante fue que se dedicó a la formación espiritual de sus hermanos. Era un sembrador de paz. No conozco a un solo jaujino que lo haya tratado y que no lo recuerde con auténtica devoción. Murió en Lima, rogándole a los que le rodeaban que lo llevasen a Jauja, a su amada Jauja, para descansar en la ciudad que fue testigo de sus mejores años y sus más caros anhelos. Era uno de esos santos que pasan por la vida en silencio, gastándose, exprimiéndose en nombre de Cristo, “peleando hasta morir por la verdad”, como dice el Eclesiastés. Se llamaba Francisco Carlé, pero todos lo conocían como el “Padre Pancho”.
¡Cuánta diferencia existe entre aquel gigante que buscó unir a jaujinos y huancaínos y el pequeño Vladimir Cerrón, un sembrador de la discordia, un demagogo que olfatea el rédito político sin pensar en el pueblo! El progreso de Junín solo podrá lograrse si todos cooperamos, si todos avanzamos en una misma dirección. El aeropuerto que se construyó gracias al esfuerzo visionario del Padre Pancho tiene que ser modernizado hasta convertirse en un verdadero instrumento de desarrollo. Para todos, jaujinos y huancaínos. Hemos de seguir el ejemplo de fraternidad cristiana de un hombre que nos enseñó a ser solidarios pensando en el país. El cainismo interesado de un sujeto como Cerrón no es digno de nuestra tierra. Tendría que dimitir.