El presidente Pedro Castillo demuestra que el ciudadano de a pie le interesa muy poco, pues de no ser así, al menos por delicadeza debió salir hace tiempo a pedir disculpas o explicar lo sucedido con el prófugo exministro de Transportes y Comunicaciones, (MTC), Juan Silva, un sujeto que hizo lo que le atribuye la Fiscalía de la Nación solo porque el mandatario se lo permitió al nombrarlo y dejarlo varios meses en el sector del Poder Ejecutivo que más recursos maneja.

Casi no hay un solo día en que el mandatario no se llene la boca diciendo en eventos públicos –jamás ante periodistas que le hagan preguntas de verdad y repreguntas– que no es ladrón y que sus padres lo criaron bien y de manera decente. Sin embargo, esas expresiones caen en saco roto al ver de qué gente se rodea. Allí están Vladimir Cerrón o el propio Silva, quien no llegó al MTC solo, sino porque el jefe de Estado lo nombró “a propuesta”, según la Constitución, de cuatro jefes de gabinetes.

El mandatario no puede venir ahora a hacerse la víctima o el indignado por lo sucedido con Silva o con el mismo Bruno Pacheco, quien se creyó el dueño del Perú por los cortos meses en que quedó suspendida su eterna condición de pobre diablo, gracias también a que el profesor Castillo lo convirtió en su brazo derecho, todo esto bajo la constante presencia de un sujeto como Zamir Villaverde, con ingresos al penal por asalto a mano armada.

Estos tres hicieron de las suyas porque el jefe de Estado se los permitió, por lo que también resulta ridículo que desde Palacio de Gobierno manden al pobre ministro de Cultura, Alejandro Salas, a decir que los audios que ha difundido Willax TV en la noche de miércoles buscan desestabilizar la actual administración, que en realidad es la que ha generado todo este problema que arrastra el país hacia la incertidumbre y la ingobernabilidad.

En lugar de victimizarse o hablar incoherencias incluso en entrevistas arregladas, el presidente Castillo tendría que salir a pedir disculpas o ensayar alguna explicación. Sin embargo, qué se puede esperar de quien ha plagiado su tesis para obtener un grado académico que no merece, se alió con un corrupto como Cerrón para hacer campaña hablando de “honestidad”, o que nombró ministros a personas vinculadas al terrorismo y a un acusado de dos asesinatos.