En medio de una crisis sanitaria sin precedentes, hay una red social que ha crecido de una forma impresionante y vive en un mundo en el que pareciera que nada malo sucede; donde todo es eterna diversión. TikTok es la plataforma mencionada, especializada en difusión de videos de menos de un minuto y cuyos contenidos usualmente se convierten en tendencia. Y fue precisamente en esa aplicación que se generó un reto para sus seguidores llamado: “Mi experiencia incómoda con un famoso”.

El desafío que una usuaria propuso se convirtió en viral hace algunas semanas, y fue el origen de un cargamontón en contra de populares figuras de la escena local. El “juego” proponía a los integrantes de la popular plataforma contar un encuentro de ingrata recordación con una figura de la industria del entretenimiento. Bastaba relatar sin mayor filtro una supuesta historia sin final feliz, en el que la víctima era el fan, y los villanos las estrellas de moda.

Esta práctica, que aumentó la habitual violencia verbal que existe en las redes, puso sobre el tapete la eterna polémica sobre la validez del concepto que señala que: “el artista se debe a su público”. En pocas palabras, el personaje que goza de las mieles de la popularidad debe estar dispuesto a todo, fuera del escenario, con tal de no echar por lo suelos la expectativa que los fans tienen de él. Y aquí vale analizar el asunto, sin apasionamientos y usando el sentido común.

Realmente, el cantante, actor, bailarín, o músico, es en el escenario donde debe entregarse a su público. Ese es el lugar en el que tiene que reafirmar el respeto para quienes lo siguen y aplauden. Dejémonos de endiosar a los artistas de una vez por todas, ellos también pierden los papeles, tienen deudas, o les sacan la vuelta como a cualquier mortal. 

Pretender que todos los integrantes del mundo del entretenimiento, en la vida diaria, tengan que estar dispuestos a gestos de afecto y familiaridad con todo el que se le acerque es una utopía. Hay ídolos que tienen una mayor cercanía con la gente, es evidente, pero hay otros que se conoce que son difíciles, huraños, pero eso no les quita su grandeza. Dejemos de calificar a un artista porque no te dio un autógrafo, o no quiso tomarse un selfie. Síguelo, por lo que te ofrece en el escenario, y dale la espalda si no te gusta lo que propone. Nada más que eso.