GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Hace unos días el Papa ha aceptado la renuncia al cargo de arzobispo de Lima que, conforme a las normas de la Iglesia, el cardenal Juan Luis Cipriani le presentó al cumplir 75 años de edad. Al mismo tiempo, Francisco ha nombrado en su reemplazo al sacerdote Carlos Castillo. Estas decisiones del Papa han hecho que salga a la luz que no pocos fieles no conocen bien la diferencia entre ser arzobispo y ser cardenal, ni el lugar del arzobispo de Lima en la Iglesia en el Perú. “El Papa ha nombrado un nuevo cardenal de Lima”, han dicho algunos. “La Iglesia en el Perú tiene un nuevo jefe”, han dicho otros. Ni una cosa ni la otra son ciertas.

En efecto, los obispos y arzobispos son sucesores de los apóstoles y, salvo excepciones, cada uno de ellos tiene a su cargo una Iglesia particular, a cuyo servicio están como vicarios de Cristo, auténticos maestros de la fe y pastores (cfr. CD, 1-3). El nombramiento lo hace el Papa que, como obispo de Roma, es el sucesor de San Pedro y cabeza del colegio episcopal y, por tanto, los demás obispos están subordinados únicamente a él.

El colegio de cardenales, por su parte, es una ayuda al Papa en el gobierno de la Iglesia universal (CIC, c. 349). Está compuesto en su gran mayoría por arzobispos, pero también por obispos e, incluso, por sacerdotes que no son obispos. Esto significa que se puede ser arzobispo y no ser cardenal, y se puede ser cardenal sin ser arzobispo. El padre Castillo no ha sido instituido cardenal sino arzobispo de Lima y, como tal, únicamente tendrá a su cargo la Iglesia de Lima; pero aun si el Papa lo hiciera cardenal, no sería el jefe de la Iglesia en el Perú, como tampoco lo han sido el cardenal Cipriani ni sus predecesores, porque cada obispo depende directamente del Papa. Sin embargo, al tener a su cargo la arquidiócesis más antigua de nuestro país, al igual que sus predecesores, el padre Castillo ocupará un lugar muy especial en nuestra conferencia episcopal, que está compuesta por todos los obispos del Perú y que, en comunión, velan juntos por el mayor bien de la Iglesia en nuestro país.