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Ayer ha sido lanzado en todo el Perú y de manera simultánea la agenda del Bicentenario de la República. Eso está muy bien. El presidente Martín Vizcarra lo ha liderado en la emblemática y significativa ciudad de Ayacucho; y sus ministros de Estado, viceministros y otras autoridades nacionales lo han realizado en diversos rincones de la Patria. Eso está mucho mejor aún. Que Vizcarra lo haya hecho en la Plaza de Armas de la ciudad de las 33 iglesias tiene una doble connotación: de un lado, fue en la Pampa de la Quinua, en donde el 9 de diciembre de 1824 por la denominada Capitulación de Ayacucho quedó sellada para siempre la independencia del Perú y por tanto de América, que había soportado la dominación española por tres siglos; y, de otro, en Ayacucho se han registrado las páginas más violentas de nuestra historia reciente debido a la lacra del terrorismo de Sendero Luminoso, que comenzó sus acciones subversivas en este lugar queriendo jaquear y doblegar al Estado peruano. Nunca lo lograron. Al contrario, el Perú con su aparato coactivo (fuerza legítima) y coercitivo (amenaza o advertencia legítima), que son las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, venció al terrorismo. El Perú, entonces, se prepara con tres años de anticipación para la celebración de la más extraordinaria efeméride de su vida nacional reciente. Hacerlo no es un proceso abstracto ni iluso con retóricas al por mayor. Todo lo contrario. Existe una agenda para el Bicentenario que debe verse en la cancha con metas que al 2021 la gente pueda cotejar. Así, mientras el Mandatario habló en Ayacucho de “independizarnos del yugo de la corrupción”, el ministro de Defensa, José Huerta, en Arequipa se refirió a “mejorar la calidad de vida de los peruanos (...) construyendo más colegios, puentes, hospitales”, etc. Esa es la única manera de cómo el peruano de a pie entenderá el significado del Bicentenario. A Augusto B. Leguía (1919-1930) le tocó en 1921 la celebración del centenario de la independencia nacional y lo hizo muy bien con inauguraciones de grandes obras de las que fueron testigos cerca de 34 delegaciones invitadas, venidas de diversas partes del mundo. ¡A trabajar mirando al 2021!