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El Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN), el espacio de reflexión académica y laboratorio del pensamiento de la seguridad y defensa de todos los peruanos, acaba de cumplir 69 años de fundación. Creado con la denominación de Centro de Altos Estudios del Ejército (CAEE) en 1950 -gobernaba el Perú el general Manuel A. Odría-, cuatro años más tarde fue cambiado por Centro de Altos Estudios Militares (CAEM) y en 1997, durante el gobierno de Alberto Fujimori, acertadamente pasó a contar oficialmente con el nombre actual. La mutación en la nominación no ha sido cuestión de capricho, sino que ha respondido a la adecuación y adaptación del país a las novísimas corrientes y concepciones sobre seguridad y defensa en el mundo.

El CAEN, entonces, no es un centro de estudios castrense y verlo así es un error de enfoque sustantivo. Entendamos que la seguridad y la defensa no es una exclusividad de las Fuerzas Armadas, como tampoco lo es la política exterior una competencia ad hoc del Servicio Diplomático de la República. Las aulas del CAEN y sus temáticas impartidas son para todos los peruanos. Como en los países desarrollados, en el CAEN debe haber una presencia completa o mayoritaria de las autoridades del gobierno central, de los gobiernos regionales y los municipales. Venir a Lima no es fácil y para minimizar costos debería aprovecharse la ocasión de los encuentros periódicos con el jefe de Estado. También deberían pasar por sus aulas masivamente los rectores y decanos de las universidades públicas y privadas, y confundirse en la reflexión sobre la idea de potenciar al país promoviendo su grandeza, lo que los pesimistas y los anarquistas no quieren. También deben pasar por el CAEN los empresarios, los funcionarios y servidores públicos, los miembros del clero, los periodistas y, por supuesto, los militares y los policías. Como somos un país plagado de informales y reacios a salir del confort, una ley debería enmarcar este objetivo. Los países no solo deben priorizar el comercio o las exportaciones, también deben invertir en la defensa nacional, en la identidad nacional y el nacionalismo, para contrarrestar la vulnerabilidad y la fractura, que son una amenaza. Invirtamos como nunca en el CAEN, la cosecha será grande.