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Edwin Oviedo envió una carta al Tribunal Federal Suizo, una especie de respaldo ante el pedido de Paolo Guerrero para poder jugar el Mundial Rusia 2018. De más está decir que los argumentos presentados en la misiva distan mucho de cualquier figura legal posible, se trata de un compendio bien estructurado sobre la historia de Paolo junto a la selección, su importancia para el equipo, su irremplazable cuota goleadora, la relevancia de su presencia y la enorme falta que hace. Todo muy emotivo, muy solemne, pero carente de una esencia legal que juegue a favor del “9” en un tribunal.

Es claro que la FPF tiene toda la intención de apoyar a Paolo Guerrero en su lucha por conseguir ese sueño, pero en el camino conviven dos escenarios que difícilmente podrán sostenerse durante mucho tiempo. En el mensaje de Oviedo, entre otras cosas, destaca una descripción del ambiente que se vive en la selección ante la ausencia de Guerrero. El presidente de la FPF asegura que existe una sensación de vacío, que el equipo no es el mismo sin él. Del otro lado están los jugadores, que reconocen lo triste de no contar con el capitán, pero que hacen hincapié en la necesidad coherente de superar el asunto y enfocarse en el Mundial; cada uno ha dicho, a su manera, que la selección no la conforma un solo hombre y que encontrarán la forma de reemplazar a Paolo. El propio Gareca, después de gritar toda su bronca en la última conferencia de prensa que ofreció, fue directo y claro al sentenciar el asunto y convocar a la concentración, a pasar la página y trabajar pensando en el Mundial. También pidió respeto por los jugadores que nos llevaron al Mundial. Es entonces cuando nos damos cuenta de que parecen existir dos posturas. La de la página pasada y la del Guerrero pendiente.

Esta última figura era irrenunciable desde el momento en que Paolo decidió apostar todo lo que tiene para estar en Rusia. En un momento se apeló a la necesidad de dejar pasar el tema, pero a estas alturas ya parece un imposible. No se puede hablar de otra cosa que no sea Paolo, cada jugador que se ha sumado a la selección ha sido abordado con el mismo tema y aunque las respuestas no distan mucho entre sí y la postura parece definida, elementos como la carta de Oviedo dan fe de que la esperanza de Paolo, de algún modo u otro, ha sido inoculada en parte en la interna del equipo.

Solo queda esperar que su tema se defina pronto y que la selección tenga la capacidad de asimilar esa posibilidad como algo muy remoto que no debe afectar la preparación diaria a la que se somete. Otro factor a tomarse en cuenta es la fuerza de la presencia de Gareca en esta coyuntura; si en un momento se buscó personalizar a la selección a través de Guerrero, hoy, ante su ausencia, es la figura del argentino la que debe asumir esa responsabilidad. Su constancia, su hazaña, su arraigo encuentran en este triste escenario sin Paolo un momento idóneo para consolidarse de manera definitiva. No hay mal que por bien no venga.