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El 2 de febrero pasado, el Juzgado Penal Colegiado de Tacna absolvió por unanimidad a César Cataño de los cargos de lavado de activos y narcotráfico.

Cataño no es narcotraficante, los que vivimos en Tacna sabíamos que lo iban a absolver; porque fue una acusación abusiva y sin pruebas, prácticamente ordenada por el poder mediático, que hace que ciertos fiscales y jueces acusen para aparecer como paladines de la justicia sin importar que el acusado pase 10 años en juicios y finalmente pruebe su inocencia. Es decir, el mundo al revés.

Cataño hizo su fortuna con la importación de carros usados de Japón, y por un tiempo consiguió una sentencia del Tribunal Constitucional que le permitió casi en monopolio importar camiones y buses. Ahí ganó muchos millones de dólares.

El pecado de Cataño fue diversificar sus negocios y fundar Peruvian Airlines, una aerolínea peruana que comenzó a quitarle mercado a la poderosa y monopólica empresa chilena LAN. El resultado fue lo que vino: campañas mediáticas, imágenes tramadas, historias inéditas, cambios raros de apellidos, todo un tinglado para desaparecer a Cataño. Incluso el año 2015 pidieron prisión preventiva por 18 meses, pero fue rechazada.

Ahora que lo han absuelto por unanimidad y que el Poder Judicial ha solicitado que se levanten todas las medidas dictadas contra sus empresas y el patrimonio de su familia, pregunto: ¿quién le puede resarcir el honor mellado durante 10 años de abusiva persecución?