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Toda la comunidad internacional democrática quiere que Leopoldo López, el mayor opositor del chavismo preso desde 2014, pueda alcanzar la ansiada libertad. Los deseos de tantos Estados y organizaciones internacionales parece que quedarán por ahora en una ilusa aspiración. A pesar de que la Corte de Apelaciones del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, totalmente dominado por el régimen de Nicolás Maduro, dará su parecer en los 10 días hábiles siguientes, conforme a la apelación presentada por la defensa del líder del Partido Voluntad Popular; la cúpula chavista ha adelantado que de todas maneras seguirá en la cárcel. Al régimen de Maduro le importa muy poco los esfuerzos de los abogados de Leopoldo que buscan denodadamente su libertad y, en cambio, sueltos de huesos declaran abiertamente que López seguirá como Segismundo, el mayor personaje de “La vida es sueño” de Pedro Calderón de la Barca, donde yacía preso en un castillo -López en la cárcel de Ramo Verde- sin entender hasta ahora por qué un ser humano puede ser privado de su libertad por decir su pensamiento. La única consecuencia que producirá la decisión cantada del tribunal venezolano será polarizar más y más la compleja vida político-social en el país. López no alcanzará la libertad mientras el chavismo se mantenga en el poder y esa es la lamentable realidad que toca afrontar a su familia y adictos. Los Estados que siguen de cerca la triste realidad en el país llanero, entonces, deberían encargarse de velar para que en esa circunstancia de preso político, la vida de López, por lo menos, no sea violentada. Nicolás Maduro es un presidente intransigente y puede tomar determinaciones insospechadas en detrimento de la integridad de Leopoldo. América no pueden bajar la guardia y las presiones para requerir la libertad de López, no deben detenerse un solo instante.