En poco menos de dos meses, el 9 de octubre de 2017, se cumplirán 50 años de la muerte en Bolivia del cubano-argentino Ernesto Che Guevara, y va a ser muy divertido e ilustrativo ver a algunos representantes de nuestra izquierda local rindiendo homenaje a su mítico e idolatrado carnicero de barba y boina, quien se convirtió en el encargado de llevar a cabo los fusilamientos en Cuba una vez que triunfó la revolución de Fidel Castro.

Veremos a muchos de los que se rasgan las vestiduras por crímenes como los de La Cantuta, Barrios Altos, Cayara y El Frontón, y hasta critican la muerte en combate de los terroristas que tomaron la residencia del embajador en Lima, alabando y recordando el “legado” del sanguinario guerrillero fusilón apodado el Che, a quien muchos aún hoy ven casi como un Jesucristo bajado de los cielos para impartir la “justicia social”. Mejor reírse, ¿no?

Y esto de los asesinatos de Guevara no es invento del Imperio, de la CIA, de la derecha o de los medios, pues el propio personaje, en un alucinante discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 11 de diciembre de 1964, dijo con la mayor frescura y sin una gota de sangre en la cara: “Sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando”. Era parte de la política del gobierno del también amado por la izquierda Fidel Castro para acabar con los opositores.

Quienes cada cierto tiempo salen a la Plaza Dos de Mayo o a la Plaza San Martín a reclamar por la “defensa de los derechos humanos” con su camiseta con la cara del Che en el pecho, pueden buscar el video en internet y darse cuenta de que su ídolo justiciero era un tremendo matarife, peor que todos aquellos para los que hoy piden cadena perpetua. ¿O es que al Che se le perdonan los fusilamientos (más de mil debidamente documentados) porque era de izquierda y se parecía a Cristo?

Será divertido ver, por ejemplo, a los congresistas del Frente Amplio, y a los de la otra facción de izquierda hoy en el Congreso, tratando de explicar en vano por qué al Che no se le puede considerar un asesino de la peor calaña, mientras que a otros sí. Claro, siempre y cuando no sean de izquierda. ¿No era que los derechos humanos se debían respetar sin distinción? ¿Dentro de dos meses veremos el doble rasero de la izquierda peruana pro Nicolás Maduro en su máxima expresión?