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Alucinante que por estos días haya gente que sale a las calles, por tercera vez en menos de dos semanas, a exigir el cierre de un Congreso que ha sido elegido democráticamente por la mayoría de peruanos, por más que indignen los excesos que comete el fujimorismo, los cuales comenté ayer en este mismo espacio destacando la cuestionable presencia de un jefe de Seguridad que no está para ser funcionario público pagado por todos los peruanos.

Irónico que quienes por estos días salen a las calles se opongan radicalmente al fujimorismo, el mismo que el 5 de abril de 1992 se sentó en la legalidad y cerró el Congreso con los tanques. Casi sin darse cuenta, estos manifestantes, al exigir el ilegal fin del mandato de un Poder Legislativo cuyas funciones, según la Constitución, concluyen en julio del 2021, se están pareciendo a quienes cometieron el atropello de hace 26 años. No veo mayor diferencia entre unos y otros.

Se puede exigir el cierre de un Congreso si este fuera un remedo de Poder Legislativo, como sucede en dictaduras como las de Cuba o Venezuela. Acá es evidente que hay excesos que indignan por parte del fujimorismo, pero guste o no, este recibió el encargo de las urnas para mandar en ese poder del Estado. Tiene sentido salir a reclamar para que se produzcan cambios, pero pedir una “solución” tipo 5 de abril de 1992 -porque no cabría otra- es absurdo.

Esta gente que pide el cierre del Congreso está igual que aquellos políticos despistados que ante la salida de Pedro Pablo Kuczynski querían llevar agua para su molino y exigían convocar a nuevas elecciones generales, cuando correspondía al primer vicepresidente -en este caso, Martín Vizcarra- asumir las riendas del país y culminar el periodo constitucional de cinco años. Las leyes están hechas para respetarse.

Y ya que hablamos de leyes y de marchas callejeras contra el Congreso, sería bueno saber si nuestro sistema de justicia ya ordenó la detención de las personas que fueron identificadas como responsables de la quema de un patrullero en las calles del Centro de Lima. Un programa de televisión ha puesto en la pantalla sus caras y sus nombres. ¿Ya están detenidas? ¿Por qué tanta mano blanda con los vándalos?