GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

No se trata de ser alarmistas, pero las lluvias que se están produciendo en el norte del país deberían encender las alarmas. Tengamos en cuenta que no hace falta un fenómeno El Niño como los de 1983 o 1998, o un Niño costero para que se produzcan huaicos y desbordes de ríos. En las últimas horas, el río Tumbes se ha mostrado amenazante; en tanto, días atrás hemos visto cómo varios distritos de Piura, así como el centro, han sufrido por las precipitaciones. Chiclayo no se queda atrás.

Hace unas semanas, el Perú fue testigo de la vulnerabilidad del sur. Arequipa, Moquegua y Tacna padecieron los estragos de las lluvias. No obstante, ahora el problema parece centrarse en el norte. Recordemos que en el 2017 la situación más crítica se vivió recién a finales de marzo. La zona del Bajo Piura fue la más dañada, y la denominada “reconstrucción con cambios” no ha avanzado con la celeridad ni eficiencia que se necesitaba.

Es por eso que el Gobierno, empezando por el presidente Martín Vizcarra, debería estar muy atento. El drama en el norte hoy podría ser mayor si se toma nota de que sería una emergencia en momentos durante los cuales no se han logrado recuperar los daños del 2017. Habría que preguntarse, de otro lado, si los hospitales y las postas de la zona tienen capacidad para atender los casos de dengue que hace dos años no fueron ningún “psicosocial”, como lo afirmó una ministra.

En marzo del 2017, pese a que los problemas se veían venir desde varias semanas antes, los afectados por el dengue en Piura no podían recibir una debida atención porque no había capacidad ni las medicinas que son muy elementales, pues solo sirven para calmar los malestares y los dolores corporales. ¿El Ministerio de Salud ya habrá tomado acciones o nuevamente veremos a la gente tirada en los pisos de las postas médicas esperando una pastilla de paracetamol?

Si vemos el asunto desde la óptima política y no solo social y humanitaria, el presidente Vizcarra tendría que saber desde ya que una nueva tragedia en el norte significaría un revés para su administración. Los críticos le echarán en cara, sin duda, el haber estado centrado en otros temas como las reformas políticas y judiciales, y los líos con opositores, todos estos muy ajenos a las labores de prevención y reconstrucción que se reclaman. El panorama no es nada bueno.