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El empresariado es consciente de que debe inspirar confianza y convencer mediante actos de transparencia. Debe además tener la convicción de realizar cambios en esta coyuntura en la que todas las instituciones del país están cuestionadas. Más allá de la retórica y las buenas intenciones que se transmiten en la CADE 2018 Ejecutivos, que se desarrolla en Paracas, se “necesita un compromiso activo de los empresarios; si no, nada va a cambiar”, tal como lo expresó Oscar Espinoza, presidente de Ferreycorp.

En un contexto en el que solo el 4% de los peruanos cree que las empresas hacen algo para luchar contra la corrupción, según una encuesta de Ipsos, se creó la Asociación Empresarios por la Integridad, que lanzó el certificado “Cero Sobornos” para luchar contra este flagelo.

Más allá de la victimización por parte de algunos líderes empresariales, quienes argumentan una persecución contra el sector privado, muchos han tomado el toro por las astas y presentan planes concretos para ser creíbles; ya que el país no resiste más fracasos. Es evidente que el sector empresarial está dentro de los factores reales de poder. Mientras las empresas, economistas y organizaciones financieras del Perú se integren a un rumbo en el que no se tolere la corrupción, nuestro país crecerá. Para ello, debe haber una vinculación más profunda entre el discurso repleto de palabras como honestidad, honradez y ética y la realidad.

Este es un gran reto. Por lo menos, la mayoría de empresarios están convencidos de que tienen la responsabilidad de luchar contra la corrupción para que, de esta forma, no se afecten las inversiones.