Hoy se conmemora el Día de la Mujer y queda claro que en el Perú, pese a los casos terribles que hemos visto, a las muestras de rechazo, a las marchas y a la indignación general que esto genera, falta mucho por hacer para frenar los abusos físicos y psicológicos que sufren las mujeres, los cuales deberían ser desterrados para siempre.

El último caso que nos llenó de indignación fue el protagonizado por Arlette Contreras, cuyo agresor Adriano Pozo se encuentra gozando de libertad por razones que solamente los fiscales y jueces que vieron su caso pueden explicar.

El mundo entero fue testigo del brutal trato que recibió la joven, pero pese a ello la justicia terminó favoreciendo al sujeto.

Las mencionadas agresiones no deberían darse jamás, pero si estas ocurren, ahí debería estar la justicia para sancionar ejemplarmente esos hechos, que no son pocos, tal como lo muestran las cifras consignadas oficialmente, aunque seamos conscientes de que los números reales son mucho más contundentes, debido a que hay cientos de víctimas de agresiones que optan por quedarse calladas por diferentes motivos.

Esta fecha debe servir para que los peruanos, desde nuestras autoridades -que en muchos casos solo se limitan a mandar tuits en lugar de actuar- hasta los ciudadanos de a pie, asumamos el compromiso de sumar esfuerzos para tener, en un futuro no muy lejano, una sociedad libre de agresores de mujeres o, en caso extremo, libre de impunidad para esta clase de elementos nocivos.