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El Perú tenía apenas 45 años de vida independiente -se había constituido en Estado republicano, por los principios del uti possidetis y la libre determinación de los pueblos, como otros del continente- cuando se produjo el Combate del 2 de mayo de 1866, el enfrentamiento entre la Armada española, solapadamente llegada hasta las costas del Pacífico Sur como expedición científica, y la defensa cuatripartita peruana, chilena, boliviana y ecuatoriana, con sus baterías (acción de artillería) en diversos puntos estratégicos del Callao, que no incluyó al Castillo del Real Felipe. Los países europeos, enfebrecidos por recuperar sus excolonias so pretexto de saldar deudas del pasado, cruzaron el Atlántico en busca de reparaciones pendientes por las naciones de América. Maximiliano se había proclamado emperador de México (1863), ocupándolo, y en España la reina Isabel no cesaba en sus pretensiones de recuperar Santo Domingo (1861). Desde mediados del siglo XIX, la idea de la reconquista monopolizó la vida política española, en que los conservadores recordaban la necesidad de cobrar, por ejemplo al Perú, la deuda de la Independencia, a la que nuestro país se había comprometido por la Capitulación de Ayacucho (1824). Aunque parezca insólito, en nuestra región también había políticos e intelectuales con vocación conservadora que sostenían el fracaso del republicanismo -las guerras civiles e intestinas por la tenencia del poder y hasta momentos de penoso anarquismo ocuparon gran parte de las primeras décadas de la historia del Perú-, alentando el recuerdo de la fórmula del protectorado que deslizó el propio José de San Martín en 1821. Por la deuda que España nos imputaba -sabían de la bonanza por el guano- no fuimos reconocidos como Estado independiente por Madrid, lo cual se hizo visible en la ausencia de relaciones diplomáticas con la Madre Patria. Un ignominioso tratado, el Vivanco-Pareja (1865), originó cambios políticos en el Perú: el presidente Pezet renunció y en su lugar fue encumbrado Manuel Ignacio Prado, que lo desconoció. La guerra la ganamos un día como hoy hace 153 años. Fue -después de Ayacucho- la segunda victoria en favor de la soberanía del Perú y de los países del continente.