El mundo, cuyos fenómenos, hechos y circunstancias políticas, sociales, económicas, militares, ambientales, etc., son objeto de estudio de la ciencia de las Relaciones Internacionales -la estudian los internacionalistas, diplomáticos, analistas internacionales, entre otros-, ha cambiado desde que apareció la enfermedad del coronavirus - COVID 19. Que se haya convertido en pandemia como finalmente lo ha calificado la Organización Mundial de la Salud - OMS, confirma la enorme movilización planetaria de la sociedad y la economía chinas y las razones que por esa razón han llevado a las especulaciones sobre la tenencia del poder en el sistema internacional. Lo voy a explicar. Probablemente si la enfermedad hubiera brotado en algún país poco relevante en el mundo en términos de crecimiento y desarrollo, por ejemplo un país africano, asiático o americano con altísimos índices de pobreza, es decir, donde la capacidad adquisitiva de sus habitantes es mínima o nula no pudiendo siquiera sus habitantes trasladarse de un lugar a otro dentro del país y mucho menos viajar fuera del territorio nacional, lo más probable hubiera sido que el coronavirus quedara limitado a la condición de epidemia, seguramente produciendo una alta mortalidad pero solamente intramuros. El caso de China es exactamente lo contrario. El virus se ha movilizado por cerca de 120 países porque ha “viajado” con los ciudadanos del gigante asiático, considerados entre los habitantes del planeta con la más alta movilidad internacional -de no haberse producido la pandemia unos 5000 chinos hubieran llegar a Lima entre enero y febrero pasados- y ello porque cuentan con un potente poder adquisitivo. Es verdad que los chinos están enfrentando en mejores condiciones y con mejores recursos la pandemia pero no lo es que ésta los haya terminado empoderando. El coronavirus más bien ha sido una inmejorable ocasión para que EE.UU. arremeta inundando el mercado de dólares buscando detener el impresionante despegue chino, aliviada la guerra comercial Washington-Beijing y a las mañas rusas en el Medio Oriente produciendo exponencialmente crudo para abaratarlo y golpear a los gringos. Lo real es que el dólar ha levantado y el petróleo no ha caído por los suelos.