Cuando la pandemia del coronavirus haya pasado y todo vuelva a la normalidad en el Perú y el mundo, habrá que voltear a la mirada a los por ahora anónimos médicos, enfermeras, auxiliares, vigilantes, servidores de limpieza y todos aquellos que por estos días están exponiendo su salud y hasta su vida para atender a los afectados por este mal que afecta a nuestro país desde hace diez días.

Mientras el común de las personas trata de ponerse a buen recaudo y se aleja de cualquier posibilidad de contagio de coronavirus, estas personas cuyos nombres no conocemos, con equipos de protección o con simples mascarillas -o quizá sin ellos-, están cumpliendo una función que en su momento el Estado y todos los peruanos deberíamos reconocer.

Así como tras el Niño costero los militares, policías y bomberos fueron objeto de palmas, esta vez debería ser el personal sanitario el que se lleve el reconocimiento del Perú. No es poca cosa estar atendiendo pacientes de coronavirus o potenciales pacientes, dentro de salas especiales, o recibiendo en el aeropuerto a quienes llegan de Europa con sospechas de llevar el virus en sus cuerpos.

En el Perú la pandemia recién está en expansión y falta mucho por controlarla, si miramos como va en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, desde ya, a través de las páginas de Correo, expresamos nuestro agradecimiento por lo que vienen haciendo pese a las carencias y al peligro que corren. El país y los peruanos se lo tendrán que agradecer.