Una de las principales propuestas del candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo, es el cambio de la actual Constitución. Es parte del discurso de la izquierda que busca modificar principalmente el capítulo económico que ha permitido la reducción drástica de la pobreza en las últimas décadas. La idea de quienes promueven una nueva Carta Magna es permitir un Estado estatista e interventor, como el que ya fracasó en todo el mundo. Ejemplos hay de sobra.

Pero en el caso de Castillo, tan cercano a posturas ultras y admirador de tiranos y tiranuelos como Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Evo Morales -quienes llegaron al poder y no se quisieron o no se quieren ir nunca-, es evidente que el cambio de la Carta Magna también apunta a la reelección, esa que se sustenta en abrir antes la Caja Fiscal y gastar a manos llenas en los primeros años, para así ganar aplausos y votos a punta de populismo irresponsable.

Es verdad que la Constitución vigente fue elaborada tras el cierre del Congreso en abril de 1992, tal como lo fue la de 1979 al final de la dictadura militar iniciada el octubre de 1968 con el general Juan Velasco. Sin embargo, la Carta Magna de 1993 fue ratificada en un referéndum y ha sufrido modificaciones muy positivas. Y más allá de eso, los resultados de la reducción del Estado y la apertura económica, han sido evidentes pese a los defectos.

El Congreso que se viene será fraccionado y en una primera lectura uno podría indicar que así no se podría cambiar la Constitución. Sin embargo, ya sabemos cómo son nuestros políticos. Las lealtades cambian según los vientos y las conveniencias. Además, habría que preguntarse qué modales democráticos podría exhibir quien ya habló de cerrar el Tribunal Constitucional, eliminar programas de televisión que no le gusten e intervenir los medios de comunicación.

Queda a los electores revisar al detalle lo que propone Castillo y su equipo. Sus planteamientos políticos y económicos son de película de terror y de amenaza a las libertades más elementales. Veamos a nuestro alrededor el drama de los cientos de miles de venezolanos que llegaron al Perú para no morir de hambre. Ellos huyeron, en las peores condiciones, de una dictadura espantosa y criminal que comenzó precisamente con el cambio de la Constitución. Mucha atención.