El cuento de los patrulleros
El cuento de los patrulleros

La denuncia periodística respecto al show armado en enero último por la Municipalidad de Lima para presentar 101 vehículos destinados a la seguridad ciudadana, que en realidad tenían circulinas alquiladas y que hasta la fecha no pueden salir a operar y dar seguridad a los limeños simplemente porque no cuentan con placas ni Soat, es un duro golpe a la gestión edil que trata de impedir que este 17 de marzo sea enviada a su casa al término de la consulta popular de revocatoria.

Lo que hizo el ya renunciado Gabriel Prado es indefendible y creo que en esto coinciden hasta los más acérrimos defensores de la gestión de la alcaldesa Susana Villarán. La acción del caballero, de armar una presentación ante la prensa con vehículos aún inoperativos por carecer de papeles y con circulinas alquiladas con el dinero de todos los limeños solo para la foto, es propia de esos politiqueros, ojalá en extinción, que se esfuerzan y hacen lo que sea por mostrar logros que no concretan.

Pero lo grave acá, aparte del uso de los 40 mil nuevos soles para alquilar equipos destinados a una sesión de fotos y de la tomadura de pelo a la ciudad que ha sido el presentar unidades aún inoperativas, es que en este momento, a esta hora, la ciudad carece de una adecuada vigilancia municipal a pesar de haberse desembolsado ya de las arcas públicas el dinero para la compra de los 101 vehículos, que hasta el momento han servido solo para un show ante la prensa.

A la alcaldesa Villarán no le quedaba otra que aceptar la renuncia del funcionario cuestionado, tras semejante ampay hecho por un canal de televisión. Con la revocatoria encima, hubiera sido suicida para la dama mantenerlo al frente de la Empresa Municipal Administradora del Peaje (Emape) y jugársela como se la jugó por el hombre, pese a las críticas, luego del papelón de La Parada y los cuatro muertos.

Se comentaba ayer en las redes sociales que Prado es un personaje con méritos profesionales y honesto. Puede ser. Pero en este caso de los patrulleros y del alquiler de circulinas, se equivocó. Quizá haya sido por ayudar a su exjefa que se enfrenta a la revocatoria o por tratar de despedirse de la Gerencia de Seguridad Ciudadana exhibiendo ante sus críticos un gran logro, como era el poner en las calles de la ciudad las unidades que los limeños aún esperan, pero al final todo se supo y nada consiguió.

Debe de recordar la alcaldesa y sus funcionarios que el problema de la inseguridad es uno de los más sensibles para los limeños y los peruanos en general, por lo que flaco favor hace a su administración el estar "jugando" o haciendo "criolladas" en ese asunto, pues de por medio está la tranquilidad y hasta la vida de la gente que sale de su casa y espera que sus autoridades le garanticen que nada malo le pasará, con la ayuda, claro está, de vehículos motorizados que de verdad funcionen.