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Los cien días de la luna de miel entre el Gobierno y la población están a punto de terminar. Y el fin de este periodo es dantesco. Todavía humea la tasa de café de las facultades delegadas y ya estamos ante la primera crisis del Gobierno. El protagonista, por ahora, es un asesor del Presidente, un médico-empresario autor de frases memorables dignas del bronce, como esta: “El Hospital Loayza no tiene densitómetro. Está malogrado. Que siga malogrado”.

PPK debería meditar sobre esta frase de su exconsejero íntimo. Cuando el densitómetro de la política se estropea, cuando el instrumento que otorga transparencia falla, entonces tienes que cambiarlo. El problema del densitómetro de los ppkausas es que se equivoca de manera sistémica. PPK no ha iniciado su gobierno con los bríos de una administración nueva por una sencilla razón: ha mantenido en el poder a varios cadáveres y coches bomba del humalismo.

Está claro que al Perú no le conviene que el Gobierno fracase. Por eso, ante la incapacidad del Ejecutivo para reaccionar frente a la crisis, la autoridad del Congreso se tiene que hacer sentir. Si los ppkausas no atinan a separar a ministros incompetentes como Saavedra y García, si los viceministros humalistas y los funcionarios caviares, amadrinados por Nadine, continúan enquistados en el Estado, entonces Fuerza Popular debe emplear un bisturí de hierro para cercenar el tumor supérstite del humalismo.

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