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Las elecciones municipales y regionales cumplidas ayer a nivel nacional vuelven a ratificar la preferencia de los ciudadanos por movimientos locales, dejando de lado a los partidos políticos que hasta hace una década tenían mayor peso, empero que con el paso del tiempo poco a poco se fueron desgastando, salvo la resurrección de Acción Popular en Lima y en algunas capitales de región del país.

El mensaje que dan los electores es claro: cambio y renovación en los diferentes cargos, apostando por ciudadanos que ofrecieron planes de gobierno que pueden cumplirse. No debe olvidarse que en estos comicios se aplicó la figura de la no reelección tanto de autoridades municipales como regionales, aunque algunos le sacaron la vuelta y tentaron otros cargos.

Las nuevas autoridades que contaron con el respaldo popular en las urnas están en la obligación moral de cumplir con una gestión honesta y transparente, para así ayudar a recuperar la confianza perdida en la clase política nacional.

El pueblo reclama y demanda una guerra frontal a la corrupción desde todos los niveles, en especial en las comunas distritales y provinciales, como también en los gobiernos regionales, instituciones que en los últimos años han tenido gestiones y otras que siguen en vigencia, hasta el 31 de diciembre, con problemas en el manejo de recursos. Incluso, algunos se encuentran cumpliendo penas en prisión y otros siguen juicios.

De otro lado, preocupa, de acuerdo a los primeros resultados, el alto porcentaje de votos viciados y blancos que se habría registrado, lo cual confirma el hastío de la ciudadanía de tanta mala gestión pública.

Lo interesante es que el pueblo participó en esta fiesta democrática y decidió por nuevos rostros.