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Lejos de ser el día de las bromas, en realidad hoy, 28 de diciembre, es una fecha de tristísima recordación en la historia de la humanidad. El Evangelio de Mateo narra como el rey Herodes (73 a.C.–4 d.C.) de Judea había escuchado el rumor del nacimiento del futuro de rey de los judíos. Terminó de convencerse de ello cuando los reyes magos, camino hacia Belén, pasaron a visitarlo en Jerusalén confirmándole que una estrella los guiaría hasta el recién nacido para adorarlo. Herodes, creyéndolo una seria amenaza para su trono, decidió deshacerse del recién nacido e hizo creer a los magos de que apenas lo hallasen, le dieran aviso para también adorarlo. Los magos fueron advertidos por un ángel del siniestro plan de Herodes y, luego de postrarse ante el niño Jesús en el pesebre o portal de Belén –en ese lugar se erigió la histórica Basílica de la Natividad en el siglo IV d.C.– y poner a sus pies los regalos que habían traído desde tan lejos para él, partieron hacia sus naciones por otro camino distinto al de Jerusalén. Herodes, lleno de ira, mandó sitiar Belén para que no escaparan los padres con el niño nazareno y ordenó que los infantes menores de dos años de edad fueran asesinados. El rey no había considerado que José, advertido en sueños por un ángel, antes de que se iniciara la búsqueda de Jesús, cogió a María y al niño y juntos huyeron hacia Egipto.

La macabra decisión de Herodes hoy habría tipificado como un perfecto delito de genocidio y/o de lesa humanidad, conforme el Estatuto de la Corte Penal Internacional (CPI) o Estatuto de Roma (1998), pues el asesinato de los infantes fue perpetrado deliberada y sistemáticamente. En la Era Contemporánea, hemos tenido varios Herodes como Adolfo Hitler, quien llevó adelante el exterminio de judíos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945); el exdictador de Uganda, el sanguinario Idi Amin Dada (1971-1979), el “Caníbal de Uganda”, responsable del asesinato de más de 400 mil personas; y últimamente en América Latina, los dictadores Nicolás Maduro de Venezuela y Daniel Ortega de Nicaragua, que en su momento deberán responder ante la CPI por los crímenes en sus países.