El dilema de Keiko
El dilema de Keiko

A raíz del 5 de abril, diversas voces se preguntan si Keiko Fujimori, quien lidera las encuestas, tendrá los arrestos para ganar la elección presidencial del 2016 y si será capaz de atraer a los sectores que haga falta para vencer en una carrera que se avizora complicada. Súmese a ello el reciente sondeo de CPI, que le da un 32.5% de preferencias, muy por encima de su más cercano competidor. Sin embargo, la pregunta no es si será capaz de llegar a Palacio de Gobierno, sino si podrá consolidar un liderazgo dentro del fujimorismo que le permita avanzar con pie firme. Y si llegará a un entendimiento definitivo con su padre, Alberto Fujimori, y algunos de sus más importantes operadores políticos, alejados hoy de la candidata naranja.

La razón de este distanciamiento tiene nombre nisei: Jaime Yoshiyama, el frustrado delfín de los 90 y jefe de campaña en el 2011. Lejos de pasar a un segundo plano tras la derrota, Yoshiyama consolidó su influencia sobre Keiko imponiéndose incluso a la de su padre, y llegando al punto en que nadie puede considerarse leal a Keiko si no se subordina a él. De ahí la salida de figuras como Carlos Raffo, Santiago Fujimori y Germán Krüger, además del desencanto progresivo de otros aliados mediáticos.

Ante esto, Alberto optó por la creación del movimiento Avanza Frente Libertad (AFL), gestionado por su abogado y que recoge firmas para inscribirse como partido. Su fin: tener una organización 100% controlada desde la Diroes que, en su momento, negocie con Keiko e imponga ciertas condiciones. ¿Dónde radica su fuerza? Creen sus seguidores que cuando menos un 7% del apoyo volcado a la hija "pertenece" al padre y que este puede ser clave para asegurar su pase a segunda vuelta. ¿Por qué 7%? Porque ese fue su piso de respaldo en su peor momento. ¿Y por qué sería clave? Porque una cosa es el 25% que siempre acompaña a Keiko y otra el 18% o 20% que alcanzaría si se hace evidente que el favorito de Alberto es otro y no ella. Menudo rompecabezas.

Obviamente, el sector "albertista" no mira hoy el 32.5% de Keiko como un extraordinario piso sino como un techo que divididos será imposible romper. Habrá que observar cómo resuelven sus diferencias y si le cortan las alas a Yoshiyama. Este -no se olvide- es el "puente" al corazón empresarial y tecnocrático que se la jugó por ella en el 2011, pero vaya que se necesitan brazos políticos para atraer votos. Esto recién comienza.