Un capítulo más de la poca tolerancia que tiene el Gobierno a las investigaciones y los cuestionamientos de la prensa ha sido protagonizado por el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola. Calificar de peligroso escenario el pedido de información “hasta por la marca del lápiz que utilizamos” es preocupante. La transparencia tantas veces pregonada por personajes claves del Ejecutivo tiene que cumplirse. Así sea un sol el que se gaste debe darse cuenta. Recuerden que el dinero no es suyo sino de todos los peruanos.
La incomodidad del premier, que hace referencia a pedidos de información que van desde los asuntos más trascendentales hasta detalles aparentemente insignificantes, se dieron en el contexto de las investigaciones que se llevan a cabo respecto a la contratación de su presunta amiga Yazire Pinedo Vásquez, quien habría obtenido órdenes de servicios 53 mil soles, luego de visitar en su despacho a Otárola.
La transparencia no debe ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad para demostrar un compromiso con la responsabilidad y la honestidad en el ejercicio del poder. La resistencia a la transparencia solo genera desconfianza y alimenta las sospechas de que se están ocultando actos irregulares.
Por ello, el Gobierno tiene la tarea de ser transparente y rendir cuentas a sus ciudadanos, y la prensa juega un papel esencial al garantizar que esto se cumpla.