La muerte de la madre de la expresidenta del Consejo de Ministros Ana Jara en un hospital de EsSalud de Lima, hecho que lamentamos profundamente, no hace más que desnudar el drama que pasan a diario miles de pacientes y familiares que acuden a los centros asistenciales públicos, donde la indolencia y la burocracia hacen más difícil la situación ya de por sí complicada que afronta toda persona que busca atención médica.

Al inicio de su gestión, el presidente Pedro Pablo Kuczynski ofreció darle al Perú, al término de su mandato, un servicio de salud pública de calidad. Sin embargo, el drama vivido por la exministra Jara es, lamentablemente, cosa de todos los días. Ahí están los pacientes tirados en los pasadizos, las mujeres que dan a luz en los baños o quienes tienen que esperar meses por una operación simple y demás situaciones.

Y si estas situaciones las vemos en Lima o en ciudades grandes del país, habría que preguntarnos qué pasa en el interior, ahí donde la epidemia de dengue que nos dejó El Niño costero nos hizo ver que no estamos en condiciones ni siquiera de atender males totalmente previsibles. ¿Así caminamos firmemente hacia un servicio de salud pública de calidad dentro de apenas cuatro años?

El lamentable caso de la exministra Jara, a quien ofrecemos nuestras condolencias, es solo uno que sirve para ilustrar la clase de trato que dan a los peruanos los malos elementos que se encuentran enquistados en la salud pública. Urge una limpieza a fondo y la colocación de profesionales con sentido de humanidad. Con eso se habrá dado un gran paso hacia lo ofrecido por el Mandatario.