Hace 20 años, un día como hoy, la Asamblea General de la ONU por la Resolución 55/93, proclamó cada 18 de diciembre “Día Internacional del Migrante”, es decir, de aquella persona que se traslada de manera relevante de un lugar a otro cambiando drásticamente la normalidad de su modo de vivir por dicha movilización. En la doctrina del derecho migratorio y en el derecho comparado, la abrumadora posición sostiene que la condición migratoria es la de mayor vulnerabilidad en el mundo. En efecto, nos queda en la retina cuando en 2015 conmocionó la foto del cuerpo del niño sirio Aylan Kurdi de tres años en brazos de un policía que lo halló ahogado en las costas de Turquía cuando naufragó la embarcación en la que viajaba con su madre en dirección de la isla Kos, u otra no menos estremecedora en 2019, cuando fueron hallados varados, los cuerpos del salvadoreño Óscar Martínez y la de su hija Valeria de apenas 1 año y 11 meses de edad, en la orilla del río Bravo en la frontera mexicano – estadounidense. La infanta fue encontrada pegada a las ropas del padre que la introdujo en su camiseta buscando protegerla para que la corriente no la arrastre. Dos episodios dramáticos y en dos lugares distantes, que grafican a muchísimos más hasta el día de hoy, en plena pandemia, una realidad que se produce porque la gente huye de la miseria (Venezuela) o de la violencia por los conflictos (Medio Oriente). El problema, entonces, debe atenderse con sensibilidad social y criterio humanitario, pero sin perder de vista la regulación por los Estados de sus zonas fronterizas, conforme el principio de soberanía. El debate está centrado entre la migración como un derecho humano y el principio de soberanía para regularla por los Estados bajo criterios de seguridad. Lo único cierto a estas alturas de nuestra atípica realidad planetaria, con más de 74,4 millones de contagiados y más de 1,65 millones de muertos, y mirando el inminente 2021, es que la migración internacional coincide con una globalización menoscabada por el Covid-19 y con la llegada de Joe Biden al poder del país con mayor eco en sus políticas migratorias, que acabaría las políticas draconianas de Donald Trump.

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