En Colombia lo que se quiere es la paz. El gobierno ni hablar y los que votaron por el NO en el reciente plebiscito y las FARC, también. Se crea, entonces, un ambiente favorable donde no hay espacio para el conflicto rechazado con pasión, tal como sucedió al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), cuando a nadie se le ocurría pensar en la guerra. El Ejército de Liberación Nacional - ELN, la segunda guerrilla colombiana (2000 hombres), se suma a esta corriente en el país, luego del reciente anuncio del presidente Juan Manuel Santos que el próximo 27 de octubre se dará inicio a la etapa publica de las negociaciones que ya venían manteniendo en forma secreta. Santos aprovecha al máximo su resurrección política gracias al Premio Nobel de la Paz que le ha sido adjudicado por el Comité Noruego que le entregará próximamente el galardón en Oslo. Pero se apura también porque su mayor sueño es llegar al final de su mandato con la paz total para su pueblo, tal como ha anunciado. No creo que será fácil alcanzar esa aspiración en una etapa en que adviene el clima político electoral que marcará la vida nacional en ese país. Era difícil pensar que Santos no hubiera movido una sola pieza del tablero para avanzar en forma paralela con las negociaciones con el ELN. El mandatario las sabe todas y políticamente estos signos que están sucediendo en Colombia, esto es, el Nobel de la Paz y el anuncio del inicio de las negociaciones con el ELN, son buenas señales para el país y también para él. Es probable que Santos, para este inicio de negociaciones con el ELN, continué con los mismos procedimientos que administró los últimos 4 años con las FARC, pero está claro que cambiará a los actores visibles. El ELN, surgido al poco tiempo de las FARC, en 1964, no tiene el tamaño de acción y logística de las FARC, pero bien que ha sido un serio problema para el gobierno. La consigna de Santos es paz total y a eso va a dedicar el tramo que resta de su mandato.
"El ELN y la corriente de paz en Colombia"
En Colombia lo que se quiere es la paz. El gobierno ni hablar y los que votaron por el NO en el reciente plebiscito y las FARC, también. Se crea, entonces, un ambiente favorable donde no hay espacio para el conflicto rechazado con pasión, tal como sucedió al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), cuando a nadie se le ocurría pensar en la guerra.